18)LA
VUELTA DEL HIDALGO
Y
cuando ya don Quijote
libre
se vio de nuevo
le
dijo a su escudero
que
se moría de contento.
Pues
de día que la libertad
siempre
era un don muy precioso
y
que valía mucho más
que
tener cualquier tesoro.
Y
hasta que valía la pena
para
no ser un esclavo
arriesgar
la propia vida
o
siempre vivir encerrado.
Y
cuando llegó la noche
en
una venta se toparon
con
el caballero don Jerónimo
y
una sorpresa se encontraron.
El caballero leía un libro
que
hablaba de don Quijote
y
le contaba al ventero
que
no le gustaba ni un pelo.
Allí
decía que don Quijote
no
estaba ya enamorado
de
la bella Dulcinea
a
quien antes había amado.
Don
Quijote al oír aquello
rugió
enojado de rabia
y
dijo que Dulcinea
sería
para siempre su dama.
Y
cuando aquel caballero
vio
al hidalgo enfadado
comprendió
que don Quijote
era
quien le estaba hablando.
Así
que le dio un abrazo
y
le dijo que lo admiraba
que
en otro libro de aventuras
siempre
muy bien lo “pintaban”.
Pero
en éste sólo contaban
muchas
burlas y disparates
describiendo
a don Quijote
como
alguien chillón y torpe.
Y
durante toda la noche
el
hidalgo le contó
todas
las aventuras
que
con el escudero vivió.
Don
Jerónimo le informó
que
en la ciudad de Barcelona
podría
demostrar su valor
luchando
con todas sus armas.
Pues
la ciudad estaba llena
de
miles de bandoleros
y
contra ellos podría luchar
para
así salvar al pueblo.
Y
a la mañana siguiente
se
pusieron en camino
Sancho
Panza y don Quijote
yendo
hacia un nuevo destino.
Y
tras seis días de viaje
Sancho
se quiso tumbar
debajo
de una encina
para
poder descansar.
Y
asombrado se dio cuenta
que
allí estaban colgados
un
montón de bandoleros
que
la justicia había ahorcado.
Decidieron
seguir su camino
el
amo y el escudero
pero
pronto aparecieron
unos
cuarenta bandoleros.
Y
empezaron a robarles
a
Sancho y a don Quijote
hasta
que se oyó decir:
“dejad
a esos pobres hombres”.
Así
hablaba el capitán
del
montón de bandoleros
montado
en un gran caballo
y
con cuatro pistolas armado.
Y
admiró de don Quijote
aquella
vieja armadura
y
aquella honda tristeza
unida
a su poca cordura.
No
tengáis tanta pena
mi
valiente caballero
que
yo no soy ningún malvado
sino bondadoso bandolero.
Roque
Guitar se llamaba
aquel
famoso bandolero
que
procuraba ser noble
y
no robar a los pobres.
Y
mucho se alegró entonces
de
conocer al hidalgo
pues
había oído hablar de él
y
hasta quiso acompañarlo.
Después
de días de viaje
llegaron
a la ciudad
y
vieron por vez primera
el
mar y su inmensidad.
Sancho
se quedó atónito
al
ver allí tanta grandeza
y
don Quijote estaba asombrado
de
aquel mar y su belleza.
Don
Antonio se llamaba
un
rico amigo de Roque
y
con gusto invitó a su casa
a
Sancho y a don Quijote.
Don
Antonio y sus amigos
celebraron
muchas fiestas
en
honor a don Quijote
y
a todas sus grandes gestas.
Y
lo llevaron a pasear
en
una preciosa galera
para
que desde el ancho mar
divisara
la ciudad.
Y
cuando con él se cruzaban
le
hacían mil reverencias
y
él se sentía orgulloso
sin
saber que se burlaban.
Pero
un aciago día
que
don Quijote paseaba
se
le acercó un caballero
armado
y con una lanza.
Aquel
caballero era
el
de la Luna Blanca
y
le dijo a don Quijote
que
lucharía por su dama.
El
hidalgo debía confesar
que
Dulcinea del Toboso
era
mucho más fea
que
la doncella del otro.
Y
si no querían hacerlo
debían
pelear los dos
en
una lucha sin par
y
cumplir una condición.
Si
ganaba don Quijote
se
quedaría con su caballo
y
si perdía, tristemente,
se
iría a su aldea trotando.
El
hidalgo decidió
enfrentarse
con valentía
y
empezó la gran batalla
antes
de acabar el día.
Y
se pusieron los dos
uno
enfrente del otro
y
empuñaron sus dos lanzas
para
luchar como potros.
Aquel
caballero andante
llamado
de la Luna
embistió
a don Quijote
y
lo puso bien en danza.
Al
viejo hidalgo manchego
le
dio tal golpe en la panza
que
rodó por aquel suelo
con
Rocinante y su lanza.
Y
ahora debía confesar
-le
dijo aquel caballero-
“que
mi dama es más hermosa
que
los luceros del cielo”
Pero
dijo don Quijote
que
no lo haría jamás
que
a su amada en hermosura
nadie
la podía igualar.
Entonces
el caballero
llamado
de la Blanca Luna
dijo
que lo mataría
si
él no se retiraba.
|
Que
el hidalgo debía
durante
un año a su aldea
dejando
así de luchar
y
de salvar a princesas.
Don
Quijote respondió
que
lo haría sin dudar
aunque
el pobre sin ayuda
no
se podía ni levantar.
Seis
día estuvo en la cama
mientras
Sancho lo cuidaba
pensando
en su desgracia
y
en la dama a la que amaba.
Sancho
cuidó también
del
pobre de Rocinante
que
había acabado tan mal
como
el pobre don Quijote.
Y
cuando ya estaban curados
emprendieron
el regreso
hacia
la aldea del hidalgo
sin
la armadura y su peso.
El
regreso fue pesaroso
y
don Quijote no dormía
pensando
mucho en su amada
y
en todo lo que la quería.
Y
asomó por fin la aldea
allá
por el horizonte
y
Sancho se emocionó
al
igual que Don Quijote.
El
cura y Sansón Carrasco
vieron
llegar al hidalgo
y
los dos lo recibieron
con
alegría y con abrazos.
Y
los chiquillos del pueblo
empezaron
a gritar
que
don Alonso y Sancho Panza
acababan
de regresar.
Teresa
Panza oyó la nueva
y
salió de casa corriendo
para
ver cómo llegaba
aquel
marido aventurero.
Se
extrañó cuando lo vio
montado
en su borrico
pero
Sancho le explicó
que
venía bastante rico.
Y
de camino a su casa
con
el bachiller y el cura
don
Quijote les contó
el
fin de sus aventuras.
Que
lo de ser caballero
por
un año debía olvidar
y
vivir tranquilo en su aldea
sin
salir a batallar.
Pero
entonces había pensado
que durante todo ese año
se
dedicaría a ser pastor
y
cantar coplas de amor.
Se
iría con Sancho Panza
y
cantaría al son de un laúd
y
derramaría mil lágrimas
por
Dulcinea, su amada.
Y
quería que sus amigos
también
se fueran con ellos
y
estuvieran unos meses
por
los campos de los pueblos.
Pero
cuando don Quijote vio
a
su criada y sobrina
les
pidió que lo acostasen
porque
bueno no venía.
Y
era que estaba muy triste
cada
vez que recordaba
que
lo vencieron en Barcelona
y
tuvo que dejar sus armas.
Y
como no mejoraba
tuvieron
que llamar al doctor
y
le dijo que debía cuidar
con
mimo su corazón.
Don
Quijote comprendió
que
ya se estaba muriendo
pero
no se puso triste
sino
que lo tomó con sosiego.
Sin
embargo su escudero
la
criada y su sobrina
comenzaron
a llorar
con
muchísimo sentimiento..
Porque
el hidalgo manchego
a
pesar de su locura
era
sólo un hombre bueno
que
había perdido la cordura.
Y
después de aquella visita
que
le había hecho el doctor
el
hidalgo se durmió
siete
horas de un tirón.
Y
cuando despertó don Quijote
todos
quedaron asombrados
pues
decía con alegría
que
se había recuperado.
Que
condenaba y maldecía
los
libros de caballería
pues
sólo por culpa de ellos
perdió
todo su entendimiento.
Que
volvieran a llamarlo
Alonso
Quijano el Bueno
y
que el nombre de don Quijote
se
borrara del Universo.
Y
pidió que viniera el cura
para
que lo confesara
y
que viniera un escribano
para
que su testamento le dictara.
Pues
don Quijote sin miedo
y sin temor al momento
dijo
que él ya sabía
que
ya se estaba muriendo.
Y
después de aquellas palabras
todos
lloraron allí
porque
ellos también sabían
que
don Quijote iba a morir.
Llegó
el cura y lo confesó
y
luego el hidalgo manchego
a
un buen amigo escribano
su
testamento dictó.
A
su sobrina le dejó
su
casa y también sus tierras
a
la criada veinte ducados
y
a Sancho Panza un salario.
A
eso entró Sancho Panza
y
el hidalgo le pidió perdón
por
todas aquellas veces
que
al escudero enloqueció.
Y
Sancho llorando y llorando
pidió
a Alonso Quijano
que
todavía no se muriera
que
desterrara su tristeza.
Pero
don Quijote volvió a insistir
que
ya no buscaría aventuras
porque
por siempre jamás
le
había vuelto la cordura.
Tres
días siguió viviendo
el
hidalgo de la Mancha
y
poco a poco se apagó
y
se escapó con su alma.
Y
Sancho lo imaginaba
por
los caminos del cielo
luchando
con grandes gigantes
y
él como su escudero.
Y
todos los que allí estaban
sabían
que recordarían
su
corazón grande y noble
y
su sed por la justicia.
Pues
aunque hubo momentos
en
los que perdió su cordura
fue
fiel a sus ideas
y
supo despertar ternura.
Y
así acaba esta historia
del
hidalgo don Quijote
que
supo llevar a la gloria
el
ilustre Miguel de Cervantes.
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