viernes, 21 de enero de 2011

¿Dragones? ¡¿Dónde?!

En la Edad Media del siglo XII, cuando vivían Ricardo Corazón de León y Saladino, dos grandes de nuestra historia española, en China comenzaron a creer en los Dragones y yo puedo deciros por qué..


Por aquella época, los dragones, líderes del mundo, vivían en la Tierra. 
Gozaban de todas las libertades existentes. Podían volar, cazar, y vivir con total tranquilidad donde quisieran. Los hombres les respetaban pero no se llevaban muy bien con ellos. Les tenían miedo.


Lung era un pequeño dragón que vivía con su manada en las frías tierras del norte de China.
Era un dragón extraño, más pequeño que los demás. De color verde esmeralda con las orejas alargadas, y grandes colmillos afilados como agujas que sobresalían dándole un aspecto feroz.


Nada parecido a su madre, Nevada, hermosa y elegante, de brillantes escamas blanco marfil y fuego en la mirada, respetada y querida por todos.
A pesar de todo, el pequeño dragón no poseía, ni de lejos, la ferocidad y la maldad que habían caracterizado a la familia de su padre, Shurikan, de la cual hacía mucho que no se sabía su paradero.



Nevada

Los dragones tenían prohibida la amistad con los seres humanos puesto que en alianzas anteriores la codicia y el orgullo de los humanos les habían jugado malas pasadas y siempre habían salido mal parados.
Pero Lung era diferente a todos los demás, las normas de su manada parecían no hacer efecto en él. Su madre tenía muchos problemas debido a las aventuras que corría su pequeño. Pero a pesar de ello la manada tenía a esta dragona como a una vieja divinidad y siempre acababan perdonando a Lung.


Un terrible día de invierno, mientras la manada estaba fuera cazando. Lung dormitaba en su cueva, como la mayoría de los oscuros días de invierno, cuando vio pasar una pequeña figura balanceándose por el viento y que a pocos pasos caía desplomada.
El maravilloso olfato que poseía le hizo saber rápidamente que aquella figura correspondía a un humano. Pero Lung nunca había visto a un humano tan pequeño.
Se parece a mí...

Shurikan

La curiosidad le pudo, así que, se levantó y salió de la cueva. La figura no se movía, estaba tendida en la nieve, bocabajo y parecía estar inconsciente por lo que Lung le cogió con suavidad por la ropa y se lo llevó a una cueva cercana que permanecía deshabitada.

La perfecta visión del dragón hizo que, a pesar de la oscuridad de la cueva, pudiese ver al muchacho, tumbado e inmóvil.
Es un niño...no debe tener más que unos pocos años...¿Qué diablos hará aquí con este frío?
Decidió quedarse allí y darle calor, ya que, de lo contrario, el niño moriría de frío. Se tumbó a su lado y le cubrió con una de sus alas para, así, protegerle del viento helado que se colaba en la cueva.

Al día siguiente, cuando Lung despertó el muchacho no estaba bajo su ala sino que permanecía en una roca sentado, mirándole.
Lung no supo qué hacer, se puso de pie despacio, desconfiado. Nunca se había relacionado con humanos, y menos con un niño. No sabía que podía esperar de él.
-Me has salvado la vida-dijo el pequeño de ojos como platos y cara de agradecimiento. Una pequeña sonrisa atisbó en su boca cuando vió la cara sorprendida del dragón.
No parece tener miedo... vaya...
Mírale ahí sentado, dándome las gracias...
Humanos... Nunca aprenderán... No se dan cuenta de nada.
-¿Por qué iba a tener miedo?-preguntó el niño ante la más sincera sorpresa de Lung. Que se quedó de piedra. No podía estar pasando aquello.
¿Podía oirle?¿Podía aquel simple niño entenderle?
No puede ser.
-¿Qué no puede ser?-repitió el muchacho.
No deberías poder oirme, ¿cómo te llamas?
-Me llamo Jace y nunca había visto a uno como tú. Eres raro-y comenzó a reirse.
A Lung no le sentó bien aquello, pero la risa del niño era contagiosa y en realidad si él era raro, aquel niño era más raro aún desde su punto de vista, por lo que le entró la risa.


Aquello supuso algo nunca visto. El dragón y el niño se hicieron inseparables. Tanto que decidieron acudir al mago más poderoso de la tierra para que les uniera de por vida, ya que los dragones eran inmortales, crecían tanto como montañas y al llegar a su vejez dormitaban inmóviles, aun que al seguir vivos algunas veces estornudan formando volcanes.

Al unirse Jace a Lung ambos permanecerían vivos eternamente.
Jace fue el primer miembro de lo que más tarde serían Los Jinetes Del Dragón, cuyo objetivo sería proteger la alianza incondicional entre hombres y dragones.
Estos Jinetes, y con ellos Jace y Lung, lucharon durante muchísimos años, contra dragones como Black Death, increíblemente difíciles de matar.

Pero también libraron batallas junto a los humanos en su sueño de conquistar el mundo. Algunos de los Jinetes se unieron a Reyes de malas ideas y gran codicia por lo que pronto Los Jinetes Del Dragón se dividieron en dos grupos. Los que luchaban por la libertad liderados por Jace y Lung, y los que luchaban contra la libertad, los que querían el poder, liderados por Luke y Black Death.


Los dragones fueron perdiendo el interés por estas batallas pero la unión que sentían hacia su elegido era tan grande que no les permitía abandonarlos, por lo que algunos dragones optaron por darles a sus jinetes el Eldunarí, una gran joya de oro que contenía la esencia del dragón y que daba a su portador los poderes de este.

El dragón no necesitaba entonces acompañar físicamente a su Jinete. Se convertía en su alma.

Por eso durante toda la historia de la humanidad siempre ha habido grandes batallas y personajes tan poderosos.

Ahora la mayoría de las personas no creen que existan los dragones, yo creo que cada uno de nosotros llevamos un dragón dentro, pero no lo sabemos. Quizá sea nuestra conciencia...esa voz que habla y nos aconseja.
Por algo las culturas orientales les adoran, ¿no?





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